L a luna no se ilumina más y el sol inicia el día, pero la realidad es otra. Lo que antes era artificial y nos engañaba con su gracia mentirosa, ahora es lo único verdadero que prevalece en este momento de mucha incertidumbre y poca certeza. La virtualidad se tornó tangible y lo que pasa más allá de la reja varió y ni siquiera pudo ser percibido. Dejá. Comparte, comparto y compartimos. A distancia y sin vernos. Muestra, muestro y mostramos. Lejos y sin saber verdaderamente cómo reaccionamos. Podemos movernos y vivir, o permanecer en la cordura durante esta locura, hasta que se agota la batería y quedamos frente al cruel espejo negro, ese que nos muestra a nosotros mismos a través de una pantalla opaca y nos refleja un vacío indescifrable. Al final, la oscuridad siempre infundió miedo y no desaparece con el correr de los años, sino que se transforma, como la energía, para convertirse en algo que seguimos sin saber de qué se trata. Por favor, dejá. Patear la puerta, saltar